Al principio de todo lo vivimos con un poco de incredulidad, veíamos que se empezaban a cancelar cosas y a aplazar eventos y en algunas ocasiones, incluso nos lo tomamos a risa. Nosotras íbamos a hacer una fiesta para celebrar nuestro segundo aniversario, en ese momento, no se nos pasaba por la cabeza que algo así iba a pasar, incluso pensamos en hacerla, antes de que decretaran el estado de alarma. Al igual que con nuestro programas o nuestro día a día. A los pocos días nos veíamos con los teléfonos llenos de mensajes y de llamadas de las familias, preguntado qué iba a pasar, qué íbamos a hacer. Ni nosotras sabíamos que iba a pasar. El 13 de marzo nos pasamos toda la tarde avisando a las familias de que no sabíamos que iba a pasar, solo sabíamos que teníamos que parar, al igual que el resto del mundo. Entonces llegaron las preguntas sobre cómo íbamos a adaptarnos, cómo podíamos hacer nuestro trabajo y atender a las familias cuando nuestro trabajo siempre ha sido presencial. Nos tocó reinventarnos, preparar cosas desde casa, hacer reuniones por skype, llamar a las familias… Intentamos hacer cosas online, unas salieron bien, otras no tanto. Aprovechamos también para formarnos y así mejorar en nuestro trabajo día a día. También teníamos dudas sobre el tema económico, cómo íbamos a seguir adelante si no íbamos a tener ingresos de ningún tipo, pero al final lo conseguimos. Conforme iba pasando el tiempo fuimos viendo un poco la luz en todos los aspectos, empezamos a poder hacer algunas cosas de forma presencial. Pero lo más importante es que, a pesar de todo, las familias con las que trabajamos nos han apoyado des del primer momento, nos hemos apoyado mutuamente para poder llevar esto de la mejor manera.